Estas fotos están tomadas con una tablet Samsung Galaxy Note enfocando sectores de una ventana de chat sexual en un monitor de computadora. El campo de la imagen, el foco y la nitidez de la trama de la pantalla, están regulados modificando la distancia (de muy pocos centímetros) entre la tablet y el monitor. En algunos casos las fotos están ligeramente retocadas con el editor de Instagram.
La idea es simple, y no es nueva: recorrer
internet como un ciberflâneur. En
este caso un flâneur fotógrafo recorriendo sitios web de chat de sexo. Estos
sitios como Chaturbate, Camgasm, Bongacams, Chatsexoporcam
y otros similares, son los herederos de los shows de sexo en vivo, los cuales a
su vez se relacionan con las máquinas de peep
show, aquellas de “eche veinte centavos en la ranura” como decía Raúl González
Tuñón, en las que podían verse mujeres desnudas, personajes asombrosos o
paisajes extraordinarios. En suma, espectáculos destinados a provocar, y
supuestamente intentar saciar, la escoptofilia del espectador.
Estos sitios web, desde los más amateur a los
completamente profesionales, ofrecen todo tipo de performances de sexo en vivo,
ya sea por personas solas, en pareja o, en algunos casos, en grupo. El ciber
espectador, puede chatear, solo ver, o pagar para hacer pedidos especiales o
tener un show privado. En algunos casos, en los sitios profesionales por
ejemplo, lo que aparece a vista de la cámara es, evidentemente, una escenografía
artificial. Generalmente se trata de un dormitorio reluciente decorado con algunas lámparas
y esculturas kitsch. En otros casos, la gente se muestra en su casa, bañándose,
cocinando o sentados en su sillón de computadora. O improvisan una escenografía
en su dormitorio o en un rincón cualquiera. En todo caso, son conscientes de
que todo lo que entra en cuadro está para ser visto.
Lo que presento en el Salón Nacional, bajo el mismo nombre que el proyecto en el que estoy trabajando (y que ya lleva más de 3000 fotografías) es una selección de nueve imágenes. Lo que he registrado
con la cámara de mi Tablet, al capricho de mi recorrido de flâneur, no son
tanto los actos sexuales, las masturbaciones o los órganos genitales que se
muestran abundantemente en pantalla (aunque no los he descartado del proyecto general), sino
pequeños detalles: el fragmento de un rostro, un tatuaje, el estampado de un
empapelado o de una tapicería, una lámpara o un cuadro en la pared… postales de
un mundo que, retomando a González Tuñón, nos ofrece una “fiesta, fiesta casi idiota/y tragicómica y grotesca./Pero otra
esperanza remota/de vida miliunanochesca…”
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