Desde el momento en que me di cuenta que Sirenas sería una serie, decidí mostrarlas en Rosario, y me pareció que el lugar adecuado era el espacio ubicado en el subsuelo de La Toma, que está regenteado por la Facultad de Artes de Rosario. De modo que hablé con Pablo Silvestri, el coordinador del espacio, para ver si esto era posible, y luego de su confirmación, comenzamos a planificar la muestra. El lugar me interesaba por varios motivos. En parte por su historia, al tratarse de un ex supermercado que quebró en la crisis del 2001 y que fue ocupado por sus empleados, generando un mercado, un bar, y dando espacio a varias agrupaciones gremiales y políticas. El espacio de la galería de arte en sí, me interesaba por sus características under, un espacio poco conocido fuera del ambiente, al que se accede descendiendo por una estrecha escalera, lo que generaba un clima propicio para la exhibición en la que estaba pensando. La arquitectura del espacio, dividido por columnas de hierro en tres naves, me remitía a la arquitectura tradicional de las iglesias. Coloqué las pinturas a los lados, como las imágenes religiosas, y pinté en la pared del fondo, en el lugar del cristo, una sirena de tres pares de alas, inspirada en la iconografía de los Serafines. Como el espacio es muy amplio, decidí ocuparlo también mediante el sonido, y realicé una ambientación sonora que mezcla sonidos naturales: olas, viento, hojas de árboles, canto de aves, con susurros, ruidos extraños y un drone muy grave. Para participar de la muestra invité a Yamila Glardón, que realizó una instalación en el centro del espacio, y dos performances, en la apertura y el cierre de la muestra.
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