viernes, octubre 19, 2018

Chinoiserie

Ese término, impreso por primera vez en 1836 en una novela de Balzac, pero en circulación desde mucho antes, vino a designar a partir de entonces un estilo artístico muy anterior. Desde la época de Marco Polo, Europa se fascinó con un Oriente en gran medida imaginario y ya desde fines de la edad media la moda mongol (parcialmente inventada) puede verse reflejada en pinturas occidentales como las de Ambrogio Lorenzetti. Los artesanos italianos pronto comenzaron a crear todo una suerte de simbología “china”: flores de loto, dragones, aves fénix, peonías, comenzaron a extenderse sobre sedas y tapices. China era vista como un imperio poderoso y refinado, y la posesión de objetos o ropas de un estilo chino era señal de poderío económico y cultural. La elite italiana que adoptó esa moda mostraba su riqueza y conocimiento del mundo. Durante el Renacimiento, el gusto por la “chinería” se extendió por Europa. A fines de este período proliferaron por toda Europa pabellones chinos, jardines y pagodas, alcanzando su apogeo a fines del siglo XVIII. Asociado con el rococó, fue cultivado por François Boucher, Jean-Baptiste Pillement, Jean-Antoine Watteau e infinidad de otros artistas y artesanos. Plagado de estereotipos y preconceptos occidentales, a veces con respeto y admiración, otras con burla o tergiversación, se manifestó en la pintura, la cerámica, los empapelados y la arquitectura.
De todas las obras de esta muestra que estoy preparando, la serie de los jarrones es la que más se corresponde a una chinoiserie, en la que realmente estoy imitando estereotipos de la cultura china.
Pintadas con acrílico sobre tela, las obras reproducidas aquí miden 50 x 30 y 40 x 30 cm.





No hay comentarios.: